SENCILLAMENTE AGUA
I
En aquel largo otoño que viví coincidiendo con varias primaveras. En aquel largo otoño envejecí cien años. Hasta darle sentido al pensamiento oculto, a la voz, a la niebla. Y hoy surgen las palabras gota a gota, una a una, destilándose simples. Sencillamente agua.
II
Sencillamente agua se me antojan los pinos, la urbana fresca sombra de laureles de Indias, la cumbre, los senderos hollados por mil pasos, el rojizo color de la tierra en que crece la verde laurisilva.
III
Sencillamente agua se me antoja la niebla, la bruma de la cumbre, los charcos del camino, la pequeña cascada pasajera del barranco que corre.
IV
Sencillamente agua se me antojan las rocas de la playa, la arena, la perpetua embestida persistente, tozuda, caprina, multicornia, de la mar en la costa.
V
Sencillamente agua se me antoja la mar surcada por mil quillas, herida sin descanso, cicatriz permanente.
VI
Sencillamente agua se me antoja la brisa, el viento enfurecido, el alisio, la calma, el calor del verano, la tormenta, la lluvia, la calina y el humo.
VII
Sencillamente agua se me antoja la vida, la infancia, los juguetes, el trabajo, la historia, los profundos estudios, la más pura poesía, la lenta decadencia, el nacer, la agonía.
VIII
Sencillamente agua se me antoja tu sombra tras haberte buscado en campos, en silencios, en la orilla del mar, en la cumbre más alta, en las calles estrechas, en amplias avenidas. Sencillamente agua que mis manos no abarcan. Sencillamente agua. |
Francisco Suárez Trenor
Médico español (Santa Cruz de Tenerife, 1948). Escribe poesía y narrativa. Ha obtenido el primer premio del Concurso Literario del Primer Centenario del Colegio Oficial de Médicos de Tenerife (1999) con su cuento "La muchacha de los ojos color de uva", y el Premio de Poesía Pedro García Cabrera 2000 con el poemario Sencillamente agua, editado en Santa Cruz de Tenerife en 2002.
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